sábado, 16 de abril de 2011

Niños policia en Bengasi

Los mofletes de Ali Salem Fassani se inflan para hacer sonar el silbato de plástico amarillo con la fuerza suficiente para ser escuchado en medio del tráfico de Bengasi. De blanco impoluto unos días, como si fuera un marinerito camino de la primera comunión; otros de azul oscuro, más acorde con su cometido. Siempre con la gorra de plato a juego con el uniforme y luciendo sus insignias con la bandera de la revolución libia.
Ali Salem Fassani es, a sus diez años, uno de los niños que aprenden a dirigir los coches en los cruces de la capital rebelde. Bueno, más que aprender lo dirigen de hecho. Los colegios llevan cerrados desde el levantamiento popular a mediados de febrero y la calle es para ellos una mezcla de escuela acelerada y lugar de juegos. Así es Bengasi, una caja de sorpresas que al mismo tiempo despierta muchas incógnitas sobre su futuro.
«Me gusta lo que hago», dice el pequeño sin dejar de mover los brazos de un lado para otro más concentrado en su tarea que en las preguntas del periodista. ¿Pero tu padre se dedica a esto? «No, mi padre trabaja en una empresa de exportación». «Pero a mí esto me gusta», insiste serio, casi con aire marcial.
Fassani vive en al barrio de Salmani y desde hace cinco semanas su tío lo acerca al cruce donde hace de policía entre las cinco y media de la tarde y las nueve de la noche. Junto a él hay otros tres o cuatro niños –según la tarde- que apenas reciben instrucciones de la pareja de agentes supuestamente responsables del tráfico en el lugar y que tienen su coche aparcado a unos metros. Algunon llevan prendida en la solapa la imagen de Omar El Mojtar, el guerrillero anticolonialista libio ahorcado hace ocho décadas por los italianos.

Guardias, basureros y repartidores

Desde que las ciudades del este de Libia se levantaron contra la dictadura de Muamar Gadafi es fácil ver a niños y jóvenes trabajando de guardias improvisados en las calles, como otros recogen la basura y otros reparten comida y bebida entre los manifestantes. Pero en el cruce cercano al hotel Tibesty donde cada tarde se encuentran Ali Salem Fassani y sus compañeros la organización parace haber adquirido un nivel superior.

«Poniendo aquí a los niños queremos lanzar un mensaje a muchos de los agentes de tráfico que se quedan en su casa y no vienen a trabajar o a los que se ponen el uniforme sin ser policías», explica Naji Fathi, miembro de una asociación local que empezó a adiestrar a los menores en estas lides en 2004 y que afirma que son aproximadamente una docena los que en estos momentos hacen las veces de agente.
Independientemente de la insensatez que supone tener a niños de diez años dirigiendo el tráfico, hay algunos que tienen madera y ponen un empeño que, efectivamente, debería ser ejemplo para los adultos. Se les ve extender la mano decididos delante de aquellos que se quieren pasar de la raya obviando sus órdenes. Otros se pasean sacando pecho entre las filas de coches como controlando que todo está en orden.
El grado de autonomía de los chavales es proporcional a la sorpresa de muchos de los conductores que pasan por el cruce por vez primera sin saber si seguir mirando a la calle o al niño de poco más de metro y medio que, subido en un bordillo para ser visto, gesticula dando pitidos. Algunos sonríen, otros les saludan, otros hacen el signo de la victoria y otros no reaccionan, simplemente se quedan atónitos. Así es Bengasi bajo la revolución.
http://www.abc.es/20110415/internacional/abci-ninos-policia-bengasi-201104151241.html