Rusia acaba de anunciar que se dispone a invertir 2.000 millones de dólares en un programa destinado a "limpiar" la basura espacial que envuelve nuestro planeta. O por lo menos una buena parte de ella. Lo hará con una nave de propulsión nuclear que "empujará" unos 600 viejos satélites, sacándoles de su órbita y obligándoles a caer de nuevo a la Tierra. Los que no se quemen en la atmósfera caerán al mar.
El ambicioso proyecto ha sido revelado por la corporación espacial rusaEnergía, que tiene previsto que la nave esté construida y probada en 2020, para entrar en servicio no más tarde de 2023. Según la compañía, la vida útil de este "basurero espacial" será de unos quince años. "La corporación ha prometido limpiar el espacio en diez años, recolectando cerca de 600 satélites en desuso de sus órbitas geosincrónicas y hundiéndolos en el océano", ha asegurado Victor Sinyavsky, portavoz de la empresa rusa.
Interceptor de asteroides
La empresa también ha asegurado que está trabajando en un "interceptor espacial" que sería capaz de eliminar cualquier objeto peligroso (cometas y asteroides) procedente de los confines del Sistema Solar y que estuviera en ruta de colisión con la Tierra.
El aumento continuo de chatarra en el espacio ya ha inutilizado numerosas órbitas, demasiado peligrosas, debido a los cascos de antiguos satélites, como para colocar en ella nuevos ingenios. Por no hablar del creciente peligro de colisiones, como la sucedida en 2009 entre un viejo satélite ruso, ya en desuso, y otro norteamericano de la red de telecomunicaciones Iridium.
Una red para capturar chatarra
Energia no ha facilitado detalles concretos sobre la forma exacta de operar de la nueva nave, pero el uso de motores nucleares y la larga duración de la misión sugieren que se trata de un nuevo concepto que podría suponer el uso de tecnologías completamente nuevas.
Se especula con la posibilidad de que el ingenio use una gran red para capturar la chatarra (un método que también está siendo estudiado por los norteamericanos), pero parece mucho más probable, por los datos que ya se conocen, que la técnica se base en empujar suavemente a los viejos satélites hasta hacerles entrar en una órbita inestable y que les lleve a caer de nuevo a la Tierra.