Si es difícil sexar un pollo, cómo no va a serlo conocer el sexo de un reptil volador del Mesozoico. Hasta ahora, los paleontólogos tenían serías dudas sobre si los restos que descubrían en yacimientos habían pertenecido a una hembra o a un macho. Había poco dónde mirar. Pero el hallazgo de un antiguo fósil, al que han bautizado como la «señora T», permitirá por primera vez a los científicos hacer distinciones entre los dos sexos en los pterodáctilos, los monstruos alados que protagonizan muchas escenas de la película de Steven Spielberg Jurassic Park III. El trabajo aparece publicado en la revista Science.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Leicester descubrió el reptil volador fosilizado junto a un huevo en unas rocas de 160 millones de años en la provincia de Lianoning, en el noreste de China. Se trata dela primera evidencia directa del sexo en estos gigantes extinguidos, ya que el ejemplar, que tenía una envergadura de casi un metro, murió cuando estaba a punto de poner sus huevos en un accidente en el que se rompió su antebrazo izquierdo. Posiblemente, la muerte se produjo durante una tormenta o una erupción volcánica, muy común en esa parte de China durante esa época. Los restos demuestran que las hembras carecían de cresta, mientras que los machos lucían una muy vistosa y espectacular.
Una señal atractiva
Los pterosaurios, también conocidos como pterodáctilos, dominaron los cielos en la era mesozoica, la de los dinosaurios, hace entre 220 y 65 millones de años. «Muchos tienen una cresta en su cabeza. En los casos más espectaculares, éstas pueden alcanzar cinco veces la altura del cráneo», explica David Unwin, paleobiólogo de la Universidad de Leicester. «Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que estas crestas se utilizaban para algún tipo de exhibición o señalización y que solo la lucían los machos, pero, en ausencia de cualquier evidencia directa, la idea era solo una especulación y los animales con y sin cresta eran a menudo separados en dos especies completamente diferentes».
El nuevo fósil descubierto, la «señora T» (una contracción de la «señora Pterodáctilo») viene a despejar las dudas. Ella carece de cresta y tiene las caderas anchas, posiblemente para facilitar el paso de los huevos, mientras que los machos pueden distinguirse por sus caderas más estrechas y una «corona» bien desarrollada en su cabeza. Posiblemente, esa cresta servía a los machos para intimidar a sus rivales o para fardar y conquistar a las hembras, una cuestión que ha intrigado a los científicos durante más de cien años.
«El sexo es uno de los atributos biológicos más fundamentales, pero es extremadamente difícil identificarlo con certeza en el registro fósil. Ser capaz de sexar un pterosaurio es un gran paso adelante», asegura Unwin. El investigador está dispuesto a «jugar a casamentero»para unir a los machos y hembras de la misma especie que habían sido separados por los científicos en especies distintas.