Mercurio. El planeta del Sistema Solar más próximo al Sol y el más pequeño -con el permiso de los mundos enanos-, donde azotan tormentas magnéticas de gran intensidad que destrozarían la Tierra, la radiación es diez veces más potente que la que recibe cualquier satélite en órbita alrededor de nuestro planeta y una extraña atmósfera ionizada reina sobre su superficie. Las temperaturas son más que asfixiantes y alcanzan los 350 grados C durante el día. ¿Existe algo comparable en la Tierra?
Sí. Se trata, en realidad, de una máquina, un gran simulador de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), situado en centro ESTEC en Holanda, el más poderoso del mundo y el único capaz de reproducir el infernal ambiente de Mercurio a gran escala. En este ingenio, denominado LLS, se ha probado la resistencia de los componentes de la nave Mercury Magnetospheric Orbiter (MMO). Esta nave octogonal, construida en Japón, forma parte, junto a su gemela Mercury Planetary Orbiter (MPO), de la misión BepiColombo de la ESA, que partirá a Mercurio en 2013 en un viaje que durará unos seis años. Cuando llegue al planeta en agosto de 2019, la MMO se dedicará a recoger datos durante al menos un año en unas condiciones tan sofocantes y opresivas que podrían derretir cualquier tecnología. Para los científicos, es fundamental saber que está preparada para resistir. Y lo está.
Para poner a prueba la resistencia de la nave, los investigadores perfeccionaron el simulador. Las lámparas han alcanzado su máxima potencia y los espejos que enfocan los haces se han ajustado, de forma que el rayo que alcanza la nave es poderosísimo. Antes, la máquina era capaz de simular dos constantes solares, la cantidad de energía que se recibe por segundo a través de un metro cuadrado a la distancia de la órbita terrestre. Ahora puede simular diez.
Como una olla caliente
Los científicos creen que la prueba ha sido un éxito. La nave octogonal ha conseguido mantenerse intacta a temperaturas superiores a los 350 grados C. Una vez en Mercurio, la mayoría parte del terrible calor del Sol se podrá prevenir con unas placas térmicas, compuestas por capas múltiples que incluyen una capa de cerámica blanca externa y varias capas metálicas para reflejar tanto calor como sea posible devolver al espacio. Gracias al experimento, los científicos ya saben que esas capas térmicas funcionan como es debido.
La MMO y la MPO, cuyas pruebas comenzarán el próximo verano, volarán a donde ninguna nave espacial ha ido antes, en una órbita baja elíptica alrededor de Mercurio, a entre 400 y 1.500 kilómetros sobre su ardiente superficie. Será como meter las narices en una olla caliente y el honor será para los europeos.