Como si de abejas se tratara, podría ser la forma más efectiva de buscar vida en el interior de las oscuras e inaccesibles cuevas del Planeta rojo. La idea, publicada en la revista Acta Astronautica por Aron Kisdi, ingeniero en la universidad de Southampton, en Gran Bretaña, podría ayudar a explicar, por fin, si el metano detectado en la atmósfera marciana tiene un orígen biológico o geológico.
Lo que está claro es que la presencia de metano indica que bajo la superficie del planeta está ocurriendo algo que hasta ahora ha escapado al escrutinio de los científicos. "Algo interesante está sucediendo allí -afirma Kisdi- y necesitamos saber qué es". Este investigador está convencido que la mejor estrategia para desvelar el misterio es enviar al Planeta Rojo una legión de pequeños robots que localicen primero, y exploren después, los sistemas de cuevas marcianas.
En 2007, la Mars Odissey fotografió siete grandes agujeros en la suerficie de Marte, demasiado profundos y amplios para ser explorados por los vehículos robóticos convencionales. Un enjambre de "mino robots" podría, sin embargo, tener éxito donde los rover fracasarían sin remedio. Y con la ventaja de que cubrirían mucho más terreno en apenas una fracción de tiempo.
Estos "insectos robóticos" podrían también localizar cuevas más pequeñas, (y por lo tantompracticables por los rover) fuera del alcance de la resolución de los instrumentos de las naves en órbita marciana. "Hemos enviado ya robots a Marte algunas veces -dice Kisdi - pero sólo hemos visto una pequeña parte del planeta".
Para completar esta misión, Kisdi pretende utilizar robots capaces de rodar y saltar, los "Jollbot". Un sólo módulo de aterrizaje podría liberar entre 40 y 60 de estas pequeñas unidades autónomas y enviarlas a explorar en todas direcciones en busca de cuevas, de la misma forma en que las abejas buscan un lugar para construir una colmena.
Estrategia simple y eficaz
Cuando uno de los robot encontrara una cueva, regresaría al módulo por el camino más corto, descargaría las coordenadas de su hallazgo y los datos y lecturas recabados sobre el terreno. Un ordenador a bordo del módulo iría almacenando los datos y las coordenadas de los distintos robots y decidiría si es mejor continuar la búsqueda o explorar más a fondo alguno de los lugares encontrados. El proceso puede comenzar desde el principio tantas veces como sea necesario.
Kisdi opina que la simplicidad de esta estrategia arrojaría grandes probabilidades de éxito y abarataría los costes de las actuales misiones de exploración. De hecho, esta clase de robots exploradores resultan relativamente baratos de construir. Un rover más costoso y sofisticado se enviaría solo a los logares más prometedores "Y si pierdes algún robot -añade el científico- la búsqueda no se interrumpe".